Los destructores de la sociedad

Corría el año 1988 cuando vino el papa Juan Pablo II al Paraguay. Estoy seguro que muchos de estos hoy forman parte de los destructores de nuestra sociedad. No obstante, cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece según Joseph Marie de Maistre, el Paraguay es un claro ejemplo. Mal que nos pese, tenemos el gobierno merecido, por los idiotas, los cuales, están todos muy bien representados. Contrariamente a Vargas Llosa, Carlos Rangel, en su fabuloso libro «Del buen salvaje al buen revolucionario» cuya primera edición data del año 1976, argumenta que la Iglesia Católica es en gran parte responsable en lo que se ha convertido América Latina o en lo que no. Notablemente, bajo el rimbombante título «Del Reconocimiento a la Iglesia Católica», el artículo 82 de nuestra Constitución Nacional dice lo siguiente: «Se reconoce el protagonismo de la Iglesia Católica en la formación histórica y cultural de la Nación», aquí está la explicación de lo que somos o no en gran parte y a confesión de parte relevo de pruebas. En parte sí y en parte no, depende a lo que llamamos Paraguay y cuál es su norte, que no lo tiene obviamente. Por suerte, la ingeniería y el comercio se manejan con números, se usa el sistema decimal y se dice que los números no mienten, pero cuando los usa el Gobierno o los políticos, mienten a través de los números dando certeza a la definición de las estadísticas como la «ciencia de la mentira» a causa de la manipulación de las cifras. También, hay shoppings espectaculares donde la ingeniería y el comercio se conjugan, esto existe, es parte del Paraguay y funciona. Esta institución es la que más destructores de la sociedad amalgama, similar al Congreso. Un intendente de mierda, corrupto, completamente ineficiente acompañado de los peores concejales de la historia, en verdad muy parecido al gobierno de Marito y su ballet con un Congreso cómplice. LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN A la cabeza, son los mayores destructores de la sociedad, destructores morales y divulgadores de la agenda globalista, levadura que busca acabar con las identidades nacionales queriendo romper el endeble tejido social e imponer la ideología de degenerados en todos los estamentos y matando gente mediante las totalitarias y agobiantes campañas de vacunación, incluso a niños. Una de las pocas competencias que corresponde al Estado paraguayo administrar, no está en sus manos si no en la de los destructores de la sociedad. Sin duda, durante el gobierno inmerecido de Alfredo Stroessner, un gobierno en serio, patriota, con autoridad, legítimo, no democrático por suerte. Hasta el mismo día de hoy, la inercia de las obras del gobierno de Stroessner nos permite seguir respirando. ...[Leer más]