Expulsar con los votos a los mercaderes de la política - Editorial - ABC Color

Los convencionales de 1992 invocaron a Dios al sancionar y promulgar la Carta Magna, pero no establecieron una religión oficial, sin perjuicio de reconocer el protagonismo de la Iglesia Católica en la formación histórica y cultural de la Nación. Todos ponen como testigo del mismo a Dios y a la patria, que los demandarían si no hicieran lo que deben. Si ponen como testigo a Dios, pero luego roban o dejan robar, venden influencias, integran una organización criminal o prevarican, entre otras actividades que en nuestro país son de hecho cotidianos en la función pública, quiere decir que, en realidad, esos delincuentes presupuestados juran por mero formalismo y que, por tanto, les debería resultar indiferente que hoy los cristianos recuerden el nacimiento del Hijo de Dios. Imaginemos por un momento a Jesús llegando, por ejemplo, a la sede del Congreso, y, como en el Templo, a expulsar a los mercaderes de la política, a los transadores, a quienes venden sus votos, a quienes trafican influencias. El Mesías instó a “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, pero los ingresos tributarios del Estado, por ejemplo, no se reflejan en servicios públicos eficientes, sino más bien en jugosas remuneraciones a los acólitos ubicados en el Presupuesto. ...[Leer más]