La Nación / Para leer en silencio

Recuerdo que cuando niño, en las noches, disfrutaba del silencio nocturno que solo era quebrado por el croar de las ranas. Cuando callaba, también disfrutaba del silencio.EL CIELO AZULEn los veranos, cuando no teníamos que ir a la escuela, el silencio se apoderaba de las siestas hasta las cinco en punto de la tarde cuando Doña Juanita, nuestra abuela, proponía scones para “tomar la leche”. Sus tardes y sus noches dejaron de ser refugios del silencio. /Es un silencio ondulado, /un silencio, /donde resbalan valles y ecos /y que inclina las frentes /hacia el suelo”, escribió alguna vez Federico García Lorca, cuando –por qué no– creo que arrullaba a aquella hija nonata a la que in péctore llamaba Libertad. ¿Será el silencio el templo donde toda expresión puede ser exorcizada de sentidos negativos? La voluntad de discernir sobre el silencio no quedó fuera de aquella cuidada recreación de un tiempo que se fue hace muchos años. Con mis ojos clavados en la nada, una vez más pensé en silencio. /Cuando quieras hablar quédate mudo /Que un silencio sin fin sea tu escudo /Y al mismo tiempo tu perfecta espada. Se puso de pie y partió no sin antes decirme: “Disculpe mi ignorancia, no tuve más palabras que las dichas para significar el silencio. El silencio, pensé, es como el ágora de filósofos, escritores, pensadores, intelectuales y religiosos. Una tarde dominguera, en un tiempo que no puedo precisar, también a él le pregunté por el silencio. /todo, en fin, el silencio lo ocupaba […]”, poetizó Son Juana Inés de la Cruz. “No olvides –agregó aquella mañana con cielo diáfano y brisa fresca– que el silencio necesita de un aprendizaje porque está al servicio de la escucha de uno mismo y de los demás”. El minuto de silencio. En Lisboa y Ciudad del Cabo, coincidentes investigaciones históricas, sostienen que aplicaron el silencio como forma de homenaje antes que Londres. De hecho, antes de cada encuentro futbolístico por la Copa América, se cumple respetuosamente el minuto de silencio para recordar a las personas muertas por covid-19. No digo nada más.El Bar de la Esquina, donde aquella madrugada habitó el silencio.Jorge Luis Borges: “No digas nada, no preguntes nada, cuando quieras hablar, quédate mundo”.Lupercio Leonardo de Argensola: “Porque ese cielo azul que todos vemos, no es cielo ni es azul. ...[Leer más]