La hija perfecta que pagó USD 10 mil para que asesinaran a sus padres: el plan macabro y la vida de mentiras

Jennifer Pan tenía 24 años cuando encargó a un grupo de sicarios que mataran a sus progenitores. Lo que salió mal del crimen, el juicio, las condenas y el debate que brotó en la sociedad: los cuestionamientos a los “padres tigre” Jennifer Pan en una audiencia judicial. Todo indicaba que la vida de Jennifer Pan sería muy distinta a la que habían tenido sus esforzados padres que, para forjarse un futuro, trabajaban infinitas horas como operarios en una fábrica. Tres años después de Jennifer, en 1989, nació Félix. Esa fantasía quedó en el camino cuando a Jennifer se le rompió el ligamento cruzado de una de sus rodillas. Jennifer Pan, una joven que planeó asesinar a su padres después de que descubrieran la vida de mentiras que construyó tratando de huir de su control Boletines falsos Fue cuando comenzaron sus malas notas que Jennifer descubrió el beneficio de la mentira. Como no se animaba a llevar sus bajas calificaciones a casa, se las ingenió para falsificar los boletines. Ese mismo día comenzaron a salir. La joven pareja decidió ocultarlo a los padres de Jennifer. Los padre de Jennifer Pan, Huei Hann Pan y Bich Ha Pan Una montaña de mentiras Los embustes se volvieron cada vez más elaborados. Jennifer se inventó una carta de admisión. Jennifer se solía quedar en la enorme casa donde vivía su novio Daniel Wong con su familia, a quienes también les mentía. Esto requería que hiciera algunas guardias por la noche o los fines de semana. Pero a Hann le llamó la atención algo: Jennifer no tenía un delantal que tuviera su identificación. Jennifer se dio cuenta de que su madre la seguía y se escondió en la sala de espera de emergencias un par de horas hasta que ellos se fueron. Así fue que Jennifer subió a Facebook esta frase: “En mi casa me siento como en arresto domiciliario” y “Nadie conoce nada de mí. Jennifer había mantenido a su novio Daniel Wong en secreto de sus padres porque creía que no lo iban a aprobar Planes non sanctos En 2010 Jennifer se animó y le dijo a un viejo amigo del colegio primario, Andrew Montemayor, que deseaba matar a su padre. Duncan diría, luego del crimen, algo muy distinto: que ella solo le había dado 200 dólares y que él se los había devuelto porque se había negado a matar a Hann. Juntos decidieron retomar el plan de terminar con los padres de Jennifer y quedarse con todos los bienes y ahorros de la familia. Daniel le dio a Jennifer un Iphone que sobraba en su casa y Lenford le compró una tarjeta SIM para ese celular que solo debían usar para comunicarse entre ellos. Los cuatro condenados por el parricidio Un acceso VIP La noche del lunes 8 de noviembre de 2010, al llegar del trabajo, Hann se dedicó a leer las noticias vietnamitas en la planta baja mientras Jennifer miraba un programa de televisión en su cuarto. Jennifer les dio sus ahorros, 2.500 dólares y 1.100 más que había en la mesa de luz de su madre. Se había despertado segundos después de los tiros, había visto a su mujer muerta y había comenzado a gatear desesperado escaleras arriba. Contradecía lo que Jennifer había declarado en los interrogatorios. Los compañeros de colegio y universidad de Jennifer, también. La evidencia presentada incluyó: los movimientos de todos los teléfonos celulares, los mensajes (incluidos los cien intercambiados entre Jennifer y Daniel Wong seis horas antes de los hechos); Jennifer Pann junto a su hermano Feliz saliendo del hospital donde estaba internado su padre Hann en 2010 Los padres “tigre” y el drama de sobrevivir El caso puso en la lupa de la sociedad canadiense un tema del que se estaba hablando mucho: “los padres tigre”. Ho, el padre de Jennifer, Hann, era el clásico “padre tigre” y Bich lo acompañaba en sus decisiones. Karen reveló que Jennifer “a los 22 años no había ido nunca a un boliche, no se había emborrachado, no se había ido jamás de vacaciones sin su familia”. Tanto él como su hermano Félix, le pidieron a la corte una restricción para que Jennifer no pueda acercarse a ellos, ni volver a contactar a nadie de la familia. Deseo que mi hija Jennifer recapacite sobre lo ocurrido con su familia y que algún día pueda convertirse en una persona honesta”. Jennifer solo tiene 35 años y su familia, a pesar de que estará presa por lo menos hasta 2035, todavía le teme. ...[Leer más]