¿Puedo contar contigo? Aquí la homilía completa del Papa Francisco durante el Consistorio - Megacadena — Últimas Noticias de Paraguay

Sólo tomo la imagen del fuego, que aquí es la llama poderosa del Espíritu de Dios, es Dios mismo como «fuego consumidor» (Dt 4,24; Jesús mismo encendió este fuego, cerca de la orilla, mientras los discípulos estaban en las barcas y sacaban la red rebosante de peces. Y dentro de este fuego está también la misteriosa tensión, propia de la misión de Cristo, entre la fidelidad a su pueblo, a la tierra de la promesa, a los que el Padre le ha dado y, al mismo tiempo, la apertura a todos los pueblos -esa tensión universal-, al horizonte del mundo, a las periferias aún desconocidas. El fuego de Jesús, el fuego que trae Jesús. Este fuego arde de manera especial en la oración de adoración, cuando permanecemos en silencio junto a la Eucaristía y saboreamos la presencia humilde, discreta y oculta del Señor, como un fuego de brasas, de modo que esta misma presencia se convierte en alimento para nuestra vida cotidiana. Pero también hace pensar en aquellos hermanos y hermanas que viven su consagración secular, en el mundo, avivando el fuego bajo y duradero en los lugares de trabajo, en las relaciones interpersonales, en las pequeñas reuniones de fraternidad; Este es el fuego suave que lleva el apostolado a la luz de Jesús. Y no olvidemos los rescoldos del fuego que custodian los viejos – son un tesoro, un tesoro de la Iglesia – el hogar de la memoria, tanto en el ámbito familiar como en el social y civil. ¿Qué nos dice en particular a mí y a ti este doble fuego de Jesús, el fuego furioso y el fuego manso? Me parece que nos recuerda que un hombre de celo apostólico está animado por el fuego del Espíritu para ocuparse audazmente de las cosas grandes como de las pequeñas, porque ‘non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo, divinum est’. Me recuerda al cardenal Van Thuân, llamado a pastorear al Pueblo de Dios en otro escenario crucial del siglo XX, y al mismo tiempo animado por el fuego del amor de Cristo para cuidar el alma del carcelero que custodiaba la puerta de su celda. El secreto del fuego de Dios, que desciende del cielo, iluminándolo de punta a punta, y que cocina lentamente la comida de las familias pobres, de los emigrantes o de los sin techo. Jesús quiere arrojar este fuego en la tierra también hoy; ...[Leer más]