La Nación / Partió Desmond Tutu, la voz de las y los oprimidos desde tiempos ancestrales

Sé que aún le duele como una herida abierta que no haya sido posible alcanzar aquel objetivo solidario no solo con ella, sino con “aquel pueblo sufriente para que el mundo supiera la grave situación que esa gente vivía”.Rigoberta Menchú Tum, premio Nobel de la Paz 1992, recordó a Desmond Tutu: "Que su enorme legado siga siendo luz, alegría y esperanza para la juventud mundial, así como testimonio de vida para nuestros pueblos que luchan por un mundo más justo y pacífico".LA SONRISA PERPETUADesmond y Adolfo también trabajaron por la paz en San Pablo, Brasil. “Alguna vez con Desmond Tutu recorrimos el Soweto, en Sudáfrica”, comentó Adolfo aquella mañana pensativo y doliente. “Ante este sagrado día Wuqub’ E, con profunda e inmensa tristeza despedimos de esta tierra a nuestro querido y entrañable maestro, guía, mentor, ilustrísimo monseñor Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz 1984, ciudadano universal excepcional, de los grandes íconos de la paz mundial”. Ingresé en una profunda reflexión.Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz 1980, sobre su hermano Desmond Tutu: "Su gran preocupación y lucha fue exhortar al reconocimiento de que los seres humanos son iguales, que no deben ser discriminados por color, sexo, clase social o creencia religiosa".LA VOZ DE LA HISTORIAEn lo personal –desde lo más profundo de mi alma– siento que Desmond Tutu, además, era la voz de la historia. Siento que es allí donde comienza a sonar con fuerza la voz del hermano Desmond Tutu que, sin que importe hacia dónde soplen los vientos, quedará y se escuchará en los corazones de los hombres y las mujeres que no teman a las memorias. “Que el enorme legado de Desmond Tutu siga siendo luz, alegría y esperanza para la juventud mundial, así como testimonio de vida para nuestros pueblos que luchan por ser pueblos más justos y pacíficos”, se despide implorante Pérez Esquivel que, cerca del mediodía del martes pasado, por teléfono, me dijo con tristeza: “Tenia 90, como yo”. Rigoberta coincidió con Adolfo: “Que su enorme legado siga siendo luz, alegría y esperanza para la juventud mundial, así como testimonio de vida para nuestros pueblos, que luchan por un mundo más justo y pacífico”. Hasta siempre, compañero.Pérez Esquivel, cuando junto con el obispo católico Gabrie Mestre recorrimos un basural a cielo abierto en Mar del Plata, donde viven cientos de personas, en 2020, recordó cuando "con Desmond Tutu recorrimos el Soweto, en Sudáfrica". ...[Leer más]