De Nobel de la Paz a criminal de guerra en dos años | Ñanduti

Hace apenas dos años, Abiy Ahmed, el primer ministro de Etiopía, era aclamado en los centros de poder global como un pacificador y reformista moderado. Abiy lanzó un conflicto armado en la región norteña etíope de Tigray que desató un horror de violaciones, masacres y limpieza étnica. El TPLF, una organización política y militar de etnia Tigray que había dominado la coalición gobernante de Etiopía durante décadas -hasta la llegada en 2018 de Abiy, de etnia oromo, quien los apartó del poder-, celebró unilateralmente sus propias elecciones en la región, aduciendo que Abiy era un líder ilegítimo. Todo este proceso reformista debía culminar en las elecciones etíopes “más libres, justas y creíbles” de la historia del país, según el propio Abiy. Previsiblemente, el Partido de la Prosperidad de Abiy ganó por enorme mayoría, en unos comicios donde no se votó en el 30% del territorio del país, muchas de las etnias no pudieron presentar candidatos y la Unión Europea se negó a enviar observadores por la falta de garantías. Abiy nació en un pequeño pueblo de Oromia, un antiguo estado independiente alejado del centro del poder etíope. Apareció la opción de Abiy, que era entonces un parlamentario, y que como oromo podría ayudar a enfriar las tensiones étnicas. Al principio, Abiy no decepcionó. Los discursos en los que admitió el uso de la tortura por parte del régimen, electrizaron al país. En la propia región natal de Abiy, Oromia, hubo un levantamiento violento. Por ahora la violencia continúa a pesar de que él dice haber retirado las tropas de Tigray para pacificar al país, seis millones de sus compatriotas están desesperados de hambre y Abiy se encuentra encerrado y amargado en su palacete de gobierno. ...[Leer más]