Testimonio sonoro de un universo que persiste

y don Delfín Penayo, de la comunidad Sayas Kue Yacaretã (Caaguazú), es uno de ellos. Don Delfin 02.jpg El origen del “rave” es tan lejano y profundo como la cultura misma del pueblo indígena de nuestro territorio Foto: Fernando Franceschelli Don Delfín, de 78 años, explica que él enseña a sus hijos y nietos la antigua técnica de fabricación del rave, objeto que ha venido a representar la esencia de la vida y la cultura mbyá. Dónde nació el rave El antropólogo y etnomusicólogo Guillermo Mito Sequera, luego de una vida de investigaciones de campo y de acompañar, entre otras, a las comunidades mbyá de nuestro territorio y la región, determinó que el rave, rabel o rebec es, efectivamente, una pieza nacida en la Edad Media en Europa, con antecedentes en el mundo panárabe. Se trata de un instrumento construido originalmente por los sabotiers (fabricantes de zuecos), para amenizar fiestas populares, y se lo define como un cordófono frotado a través de un arco, que los mbyá incorporaron a su cultura tras la llegada de los españoles. Don Delfin 03.jpg El instrumento es el descendiente directo del rabel, un instrumento de cuerdas frotadas con un arco similar al violín Foto: Fernando Franceschelli Asimismo, está presente en prácticamente todas las comunidades de esta parcialidad indígena, que fue la única que lo adoptó en Paraguay. La fabricación Don Delfín, un hombre mayor de particular agilidad al caminar, comenzó a trabajar la madera con sus manos, un machete y pocas herramientas más desde muy joven, para lograr la materialización de esta maravilla sonora después de convertirse en opygua (líder espiritual). Las tres cuerdas que posee, que recorren verticalmente el instrumento y se tensan con las clavijas, se hacían antiguamente de las hojas de pindó y hace tiempo también se usaba lo que los mbyá llaman “cola del monte” o “cola vegetal”, un adhesivo natural para pegar las diferentes partes. Don Delfin 01.jpg Don Delfín construye con sus propias manos el instrumento y perpetúa su conocimiento y cultura en esas piezas de noble madera para las generaciones por venir. Foto: Fernando Franceschelli Además de los materiales y las herramientas, es necesaria la inspiración, afirma don Delfín y explica: “Me siento iluminado por Ñande Ruete (el Creador) mientras trabajo en los instrumentos. Así tal vez, a pesar de todas las vicisitudes, la cultura mbyá persistirá gracias al sonido de algún rave creado por las curtidas manos de don Delfín Penayo. Don Delfin 05.jpg Don Delfín Penayo, de la comunidad Sayas Kue Yacaretã (Caaguazú), es uno de los que continúa con la tradición. Foto: Fernando Franceschelli La nación Mbyá Oguasu es una organización que acompaña los caminos organizativos y de acceso a los derechos de las comunidades mbyá desde hace 28 años y que trabaja principalmente las áreas de salud, educación, seguridad alimentaria, fortalecimiento organizacional y protección de territorios. ...[Leer más]