Periodista relata la agonía de Mariupol durante la invasión rusa - 1000 Noticias

Periodista relata la agonía de Mariupol durante la invasión rusa Compartir este artículo Dos periodistas de la agencia Associated Press, Evgeniy Maloletka y Mstyslav Chernov, relataron la dura situación que les tocó vivir mientras huían de la ciudad de Mariupol, localidad ucraniana que se encuentra siendo asediada por el ejército ruso. Llevábamos más de dos semanas documentando el asedio de Mariupol por parte de las tropas rusas y éramos los únicos periodistas internacionales que quedaban en la ciudad. Sólo entonces supimos por un policía por qué los ucranianos habían arriesgado la vida de los soldados para sacarnos del hospital. El oficial, que antes nos había suplicado que mostráramos al mundo su ciudad moribunda , ahora nos suplicaba que nos fuéramos. “MI POBRE PAÍS” Cuando era adolescente y crecí en Ucrania en la ciudad de Jarkov, a sólo 32 kilómetros de la frontera con Rusia, aprendí a manejar un arma como parte del plan de estudios escolar. Pero cuando los estadounidenses y luego los europeos evacuaron el personal de su embajada de la ciudad de Kiev este invierno, y cuando estudié detenidamente los mapas de la acumulación de tropas rusas justo enfrente de mi ciudad natal, mi único pensamiento fue: “Mi pobre país”. Los pocos periodistas que quedaban en la ciudad salieron antes de que se acabaran las últimas conexiones y se estableciera un bloqueo total. Sin información proveniente de una ciudad, sin imágenes de edificios demolidos y niños moribundos, las fuerzas rusas podían hacer lo que quisieran. Nadie sabe lo que está pasando en nuestra ciudad, dijeron. Todavía quedaba un lugar en la ciudad donde conseguir una conexión estable, fuera de una tienda de comestibles saqueada en la avenida Budivel’nykiv. A partir de ahí vimos desmoronarse los últimos jirones de la sólida ciudad de clase media de Mariupol. Para entonces ya había sido testigo de muertes en el hospital, cadáveres en las calles, decenas de cuerpos empujados a una fosa común. El bombardeo continuó, pero los oficiales asignados para escoltarnos por la ciudad esperaron pacientemente. El embajador ruso mostró copias de las fotos en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y repitió mentiras sobre el ataque al hospital de maternidad. Desde allí, vi cómo un tanque tras otro avanzaba junto al recinto del hospital, cada uno marcado con la letra Z, que se había convertido en el emblema ruso de la guerra. Ya había matado a un médico que se había aventurado fuera. Entendí que sólo para llegar a la ciudad el ejército ucraniano tendría que abrirse paso por mucho terreno. Cuando un ataque aéreo ruso golpeó un teatro donde cientos de personas se habían refugiado a fines de la semana pasada, pude señalar exactamente dónde debíamos ir para saber si alguien había sobrevivido, para escuchar de primera mano cómo era estar atrapado durante horas interminables bajo montones de escombros. ...[Leer más]