Jesús ingresa a Jerusalén como rey de la paz

1Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos, 2diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Domingo de ramos] En el texto inmediatamente anterior (Mc 10,46-52), al final del largo camino a Jerusalén, Jesús cura a un ciego de Jericó llamado Bartimeo. Diciendo: “Bendito aquel que viene en el nombre del Señor” (Sal 118,26), reconocen que Jesús ha sido enviado por Dios y obra por su encargo y que junto a él está la bendición y la potente ayuda de Dios. Jesús mismo había anunciado desde el inicio el reino de Dios (Mc 1,15), no el de David. Antes de su viaje hacia Jerusalén, Jesús había puesto solo a los discípulos el planteamiento sobre su identidad, y Pedro lo había reconocido como el Cristo (Mc 8,27-30). Entonces, antes de realizar su obra en Jerusalén, Jesús se dirige, cabalgando un borrico, hacia la ciudad. No con palabras, sino mediante esta acción Jesús desea abrir sus ojos y hace entender quién, en su persona, viene a Jerusalén. Es sobre este trasfondo que ellos deben interpretar aquello que Jesús hará en Jerusalén. Al final de su actuación en Jerusalén, Jesús se remitirá a su relación con David y planteará en el templo la pregunta sobre cómo el Cristo pueda ser el hijo de David (Mc 12,35-37). ¿Qué cosa se debe entender respecto a lo que Jesús hará en Jerusalén? ...[Leer más]