Homilía completa de monseñor Ricardo Valenzuela en la misa de Caacupé - Nacionales - ABC Color

Hoy meditamos sobre la figura de la Virgen María, que es llena de gracia e inmaculada desde su concepción, y que estaba en continuo diálogo con Dios desde antes de la anunciación. Ella, Mujer de oración, forma parte de la multitud de los “humildes de corazón”, con los que Dios preparó la venida de su Hijo. Y así, como por obra del Espíritu Santo se convirtió en Madre de Dios, también por obra del mismo Espíritu se convirtió en , a la que sigue acompañando, con su oración y mediación, en su peregrinar hacia la Patria celestial. María, maestra de oración En el Sermón de la Montaña, el evangelista Lucas nos deja la enseñanza de la oración del Padrenuestro (Cf. En la vida espiritual, orar, comunicarnos con Dios, es un alimento necesario para crecer. En esto consiste la vida de oración: en un continuo diálogo de petición, de súplica, de acción de gracias, de alabanza, de manifestación de afecto y alegría hacia Dios, que es Amor y es nuestro Padre. La oración es tan importante en la vida del cristiano que el mismo Cristo nos enseñó a orar (Cf. La vida de María, «una escuela de oración» En la oración del Padrenuestro, notamos cómo se intercambian los papeles: Es el Hijo el que enseña a la Madre. La participación de la Virgen en los momentos ordinarios, en el día a día, es la experiencia de la «vida oculta de Nazaret», en la que María vive en el anonimato de una mujer sencilla, pero en atenta mirada a su hijo, el Hijo de Dios hecho hombre. Debemos orar a Dios como lo hacía María. Sin embargo, Dios quiere tomar a esta gente difícil y transformarlas en la clase de gente que Él quiere. Dios quiere cambiar a la familia para que sea la clase de familia que Él anhela. “Si ve a sus padres rezar sin apuros, quedarse en silencio, cerrar los ojos y ponerse de rodillas, los niños captan la importancia de esos momentos y perciben la presencia de Dios en el hogar”. Oremos por los enfermos Una de las razones por las que oramos es para pedirle a Dios que nos ayude en momentos de necesidad, especialmente cuando nosotros o alguien que amamos está enfermo. Debemos confiar en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros y para el enfermo, y que Él responderá a nuestra oración de acuerdo a su voluntad. Además, cuando oramos por los enfermos, también debemos pedirle a Dios que nos dé la fuerza y la sabiduría para ayudar a la persona enferma de cualquier manera que podamos. Recuerda que la oración es una herramienta poderosa que puede ayudar a sanar a cualquier persona que busque la ayuda de Dios. Del corazón nos brote el deseo, que se hace súplica apremiante ante el trono de Dios, de que, en un futuro no muy lejano, nosotros los cristianos, reconciliados finalmente, volvamos a caminar juntos como un solo pueblo, cumpliendo el designio del Padre, un pueblo capaz de repetir, a una sola voz, con la alegría de una fraternidad renovada: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo” (Ef 1, 3). ...[Leer más]