La Ascensión del Señor

Ellos, llenos de alegría, vuelven a la ciudad santa y desde allí comienzan a predicar la buena nueva por todo el mundo. ¿Cómo es posible que vuelvan a Jerusalén llenos de alegría, si Jesucristo acaba de despedirse de ellos? Deben ser testigos del amor de Dios por los hombres, testigos de su pasión, muerte y resurrección. Una alegría que se traduce en un abrirse en abanico para llevar ese Amor hasta el último rincón del mundo. Los discípulos del Señor eran hombres y mujeres a los que Dios confió todos los hombres. Y quiere servirse de cada uno para dar al mundo esa alegría verdadera que le falta. El apostolado es una consecuencia lógica de la alegría de estar con Jesús. Como enseña san Josemaría, “el apostolado es amor de Dios, que se desborda, dándose a los demás. Necesitan de nuestra alegría para que, a través de ella, descubran a Jesús en sus vidas. ...[Leer más]