«Paz a vosotros»

Luego, llega el Espíritu Santo y las preocupaciones se desvanecen: Ahora los apóstoles ya no tienen miedo ni siquiera ante quien los arresta; El Espíritu no es, como podría parecer, algo abstracto; El Espíritu no les facilitó la vida, no realizó milagros espectaculares, no eliminó problemas y adversarios. El Espíritu trajo a la vida de los discípulos una armonía que les faltaba, porque él es armonía. Por eso Jesús, encontrándose con los discípulos, repite: «Paz a vosotros» (Jn 20,19.21) y les da el Espíritu. La paz no consiste en solucionar los problemas externos -Dios no quita a los suyos las tribulaciones y persecuciones-, sino en recibir el Espíritu Santo. Pero lo que necesitamos sobre todo es el Espíritu: Es Él quien pone orden en el frenesí. En cambio, el que vive según el Espíritu lleva paz donde hay discordia, concordia donde hay conflicto. ...[Leer más]