Cuando dejamos de abrazarnos

Enfrente, rejuvenecida, se consolida la vieja noción del Estado-Nación para ordenar el caos, gestionar la crisis y garantizar la salud pública. Somos así de vulnerables porque el dinero que debería ser destinado a ellos se diluye en manos de parlasurianos, diputados departamentales, dobles aguinaldos y absurdas bonificaciones a parásitos de la política y el Estado. La obligatoria reclusión ha disparado las ventas del libro La peste, en el que Albert Camus relata una epidemia desatada a mediados del siglo pasado en la ciudad Argelina de Orán. Pero, de la crisis, también sale a luz lo mejor: los hombres y mujeres que se lanzan a cuidar a los semejantes. ...[Leer más]